pero lo hacemos igual

15 octubre, 2010

El baño de Kilkenny

En conocido evento twittero, después de interactuar un poco con la gente y guiño de por medio, le sugerí si me acompañaba al baño y accedió.

Los besos arrancaron antes de entrar mientras en un sólo minuto intentábamos ver si había mucha actividad en los toilettes. Lo bueno fue que tenía pollera (seguro sabía los truquitos de Cat) y no me costó nada sacarsela para entrarle, así que después de agarrar con firmes manos en esa cola tan linda que tiene, apliqué dos exactos dedos para testear como venía el tema.

Venía más que bien.

Lo que siguió fue una mano en el hombro para darla vuelta y otra para bajarle la tanga de turno; cierre bajo y una dureza propia de "cómo me gusta cumplir mis fantasías".

Entré.

Las embestidas, los azulejos, mis manos, su cintura y sus costillas, la música fuertísima, mis mordidas en su hombro y su tatuaje en la baja espalda: nada podía salir mejor que eso.

El corte fue imprevisto cuando noté una presencia trepada al cubículo y después de un flaco, qué hacés!? decidimos terminar ahí sin buscar el final ante la posibilidad de ser descubiertos, pero relamiéndonos la fantasía cumplida.

2 comentarios:

sofía dijo...

¡Qué masa! Algún día pruebo.

Rocio McManus dijo...

Ese tipo de fantasías son, sin más, las mejores.
Debo confesar no me da culpita en lo absoluto, y no solo eso, sino que me recuerda a dos encuentros que supe tener, uno en una estación de trenes, y otra en un tren (entre las 5 y las 7 ambas jajaja)
saluditos! =)